jueves, 26 de marzo de 2009

Los ángeles esperan en la barra.

Hay miradas que no dicen nada. Hay miradas que huyen y miradas que invitan. Hay miradas miedosas y miradas desafiantes. Hay muchos tipos de miradas y ésta es la suya, la que salva.
Porque tal vez él no sabía que atrás de mis sonrisas se acumulaban las lágrimas desesperadas por salir. No sé tampoco si imaginó que esa noche él podía ser mi momento de felicidad. No sé si lo supo pero quiero que lo sepa.
A veces ese salvavidas llega cuando menos lo esperas y de donde menos lo esperas. Así llegó él. Con un fernet al lado de mi cerveza. Con una simpatía particular y vestido de simpleza.
Yo no sé quién es ni quién fue. Yo no sé que será ni que no será. Yo no sé si estará. Sólo pretendo agradecer que no salió corriendo. Se quedó. Me abrazó, me besó y me dijo que no valía la pena estar mal. Me acompañó aunque sólo eso fue.

1 comentario:

Greta * dijo...

"Allí estaba ella, al final de la barra, jodida y radiante… y yo me enamoré.
¿Quién no se ha enamorado al pie de una barra?"

ya lo dice Ismael.
te veo mañana, RE BONITA :)